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Carrito

En la última parte de mi embarazo, recuerdo haber sentido la ausencia de mi tribu femenina. Al ser mi segundo hijo, las amigas que en el embarazo de Anuk, mi primer hijo, estuvieron muy pendientes, en este lo estuvieron menos. Tampoco mi madre y mi tía me acompañaron en casa porque así lo quisimos con mi pareja, queríamos vivir el primer mes del bebé en pequeña familia.

Esa soledad también se hizo presente en el inicio del puerperio de Amaru y cambié de idea respecto al acompañamiento de mi madre, pero ya era tarde y difícil cambiar los planes. Y todo se me hizo más grande cuando en los controles con la pediatra, vieron que Amaru no había subido mucho de peso y era necesario suplementarlo. Los fantasmas que me llevaron a la lactancia mixta de Anuk volvieron a aparecer, la inseguridad de no dar buena leche, de no tener suficiente, que no bastara para nutrir a mi hijo, me rondaban la mente. Quería luchar por continuar con la lactancia materna exclusiva, así que empecé la extracción de leche para suplementar con mi leche, para evitar la confusión tetina-pezón, me prestaron un relactador, pero me lesioné la espalda y se me hacía enorme adoptar todos esos métodos de un momento a otro, así que empecé a suplementar con un biberón de fórmula en la noches.

Y en ese momento en el que estaba sin fuerzas, literalmente, y con la soledad acompañándome, apareció Susana. Desde la primera llamada, me sentí sostenida, comprendida. Vino a casa y me parecía que ella representaba toda esa tribu femenina que me había faltado. Los espacios de escucha y de asesoría me dieron mucha seguridad. Abordamos temas de crianza (lactancia, resfriado, bajo peso), de la familia (la pareja, el hermano mayor), de la madre (nutrición, conciliación laboral). Encontré por fin alguien, que no esperaba un “sí, va bien la maternidad” sino que se interesaba por los detalles, por mis temores, mis penitas. Susana me ayudó a ver con otros ojos mi puerperio, como un proceso único, perfecto, no comparable con el de mis amigas, enriquecedor, removedor.

También fue muy valiosa su presencia en casa, recuerdo esos momentos de mucha paz, con una energía sagrada entre las dos y Amaru, honrando su vida y mi maternaje.

Algo que me sorprendió fue su gran generosidad, en sus visitas Susana además cocinaba en casa alimentos saludables para enriquecer mis comidas y su actitud de entrega me hacía sentir cuidada, con todo el valor que los cuidados tienen en esta etapa de la vida.

Además Susana preparó para mi una meditación intuitiva, que me ha sido muy útil para encontrar la tranquilidad y la relajación que necesitaba para establecer la lactancia materna.

Durante su doulaje, Susana siempre estuvo disponible para atender mis dudas y resolverlas desde su experiencia y sabiduría.

Y la guinda del pastel, fue el espacio de escucha que abrió para mi pareja, en un momento en el que necesitábamos una persona neutral para acompañar todos los movimientos que se dan durante el puerperio, en la familia y la pareja.

El bajo peso de Amaru continua siendo un tema que me genera dudas y vaivenes emocionales, pero intento asumirlo desde la visión de aprendizaje que trabajamos con Susana y seguimos caminando.

Un abrazo de agradecimiento! .